Todo lo cotidiano del día se transforma en una aventura increíble con mi yeso y las muletas.
Desde que me despierto en la mañana y especialmente a la hora de la ducha verdaderamente me juego la vida. Imaginate lo que es bañarse en un pie y con muletas. Solo ponerme el champú es un atentado para mi vida. Recuerda que la ducha esta generalmente mojada y súper resbalosa.
En todo caso, el vestirme no es cosa fácil, tampoco bajar y subir gradas y peor el acomodarme en una reunión de trabajo durante algunas horas, todo esto se transforma en retos que debo superar.
Es increíble como las personas no somos conscientes de la bendición que es tener salud. No valoramos que nuestro cuerpo funcione bien. No somos agradecidos de todo lo que tenemos y se aplica constantemente el dicho que dice: No valoramos lo que tenemos hasta que lo perdemos.
En estos días que he tenido mis capacidades físicas limitadas, me he puesto a reflexionar sobra la cantidad de personas que por una u otra razón deben utilizar muletas durante toda su vida. Que difícil debe ser el tener que enfrentar una discapacidad permanente y que valientes que son las personas que teniendo alguna discapacidad salen al mundo para lograr sus objetivos.
Y nosotros que tenemos muchas bendiciones, nos quejamos demasiado de pequeños problemas. Demos gracias a Dios por toda su generosidad y seamos felices con lo que el permite para cada uno de nosotros ya que siempre será una gran bendición, incluso pequeños accidentes como el mío.
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